sábado, 12 de abril de 2014

El cuarto round de Nebot





Edición: 1116  Febrero 28/2014
Tiraje: 22.000 ejemplares
Páginas: 20 y 21


El cuarto round de Nebot
Allen Panchana Macay


Estará al mando de la Alcaldía de Guayaquil hasta 2019. Completará casi dos décadas en el cargo, todo un hito. Con casi el 59 por ciento de votos a su favor, se reconoce su liderazgo y eficiencia.
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El cuarto round de Nebot
Fotos: Iván Navarrete 

Jaime José Nebot Saadi asumirá en mayo próximo su cuarto y último período como alcalde de Guayaquil. Completará hasta 2019 casi dos décadas de forma consecutiva al mando del Municipio de la ciudad más grande y poblada de Ecuador. Todo un logro político –coinciden analistas– en un país con un sistema partidista casi sepultado, donde los votos, sin embargo, sí reconocen liderazgos y modelos eficaces.

Él, de 67 años, es heredero de una votación fiel desde la primera vez que postuló al cargo (21 de mayo de 2000) y obtuvo un 72 por ciento de la votación, endoso, en parte, de los ocho años de administración previa de León Febres Cordero. En menor proporción los resultados también favorecieron a Nebot en 2004 (54 por ciento) y 2009 (68,66 por ciento). En 2004, no obstante, estuvo a solo cinco puntos de diferencia del entonces experimentado periodista y novato político Jimmy Jairala.

Hasta el cierre de esta edición, computados el 40 por ciento de los votos de la elección del pasado domingo 23 de febrero, Jaime Nebot llevaba la delantera con un holgado 59 por ciento, seguido por la exgobernadora del Guayas y novel candidata del oficialismo, Viviana Bonilla (39 por ciento), aupada por el presidente Correa.
 

¿Por qué gana Nebot? ¿Por qué él sigue vigente cuando los partidos tradicionales han quedado relegados por la fuerza del gobernante Alianza PAIS? “La gente apuesta por un modelo eficiente, que va más allá de lo partidario e ideológico. Este país no tiene sistema de partidos, sino de liderazgo y el de Nebot ha quedado plenamente remarcado”, sintetiza el consultor político y docente de la Pontificia Universidad de Salamanca (España), Oswaldo Moreno.

La administración socialcristiana de 22 años es palpable, especialmente en la regeneración urbana, acceso a servicios básicos, tecnología, seguridad, nuevas competencias asumidas y los incentivos como becas y computadoras a la educación. Puso orden en una urbe caótica, un giro radical al legado atroz que dejó la administración roldosista hasta 1991.

Algo que un eufórico Nebot recalcó minutos después de conocerse los resultados de los exit poll que lo daban como el contundente vencedor. “Hoy ha sido ratificado ese modelo por el pueblo de Guayaquil de forma abrumadora, por sexta ocasión, en las urnas: dos (elecciones ganadas) con Febres-Cordero y cuatro con Jaime Nebot. Guayaquil ya derrotó a los que han querido atropellarla. Esta fue una lucha por la libertad, contra la intromisión en la autonomía de los municipios”.

‘No es un voto contra Correa’
Aquel domingo, al final de la tarde, en una entrevista con Ecuavisa, el vencedor de esta cuarta batalla por la Alcaldía se mostraba confiado de tener una mayoría de concejales de PSC-MG. De allí que hizo una advertencia al CNE: “Señores del CNE, sean demócratas, respeten la voluntad popular. No jueguen con fuego. Al menos en Guayaquil no jueguen con fuego, porque les vamos a quemar el rabo. Eso sí ténganlo por seguro”.

El analista Moreno aclara que el voto por Nebot no es necesariamente contra Correa. “No es una derrota de Correa, pero sí es un fracaso rotundo de su entorno. El Presidente también tuvo algo de desgaste por defender a sus candidatos”. Considera además que la estrategia de la candidata Bonilla fue mal planteada. “Ella hizo lo que pudo y además se dedicó a fiscalizar, cuando el rol de un buen candidato es proponer, comunicar en positivo, y no solo denunciar. Un ejemplo claro de ello es el resultado del candidato a prefecto por CREO, César Monge (alcanzó apenas un 8 por ciento), quien toda su campaña atacó a Jimmy Jairala (quien tendrá un segundo período en la Prefectura del Guayas)”.
 

En familia. Con sus hijos, Jaime, Melissa y Nicole y
su nieto Jaime, el día de la elección.

En los últimos años también hay un cierto sentido pragmático del habitante de Guayaquil: votar por quien haya hecho obras. Es el criterio de Héctor Chiriboga, docente de la Universidad Católica de Guayaquil, quien cursa un máster en Opinión Pública en la Flacso. Se refiere a un escenario que suena a dicotomía: votar por Correa para presidente y Nebot para alcalde. “Es aprovecharse de ambos. Los habitantes reciben beneficios del Cabildo y del Gobierno Central”. Una idea que comparte la analista política Camila Lanusse. “La ciudad quiere a Correa y a Nebot. Es como tener padres divorciados y beneficiarse de los dos”.

Para Chiriboga, no caló el discurso oficialista de la inclusión y las críticas que lehacían a Nebot por “usar garrote”. “La ciudadanía sí ha sentido inclusión, seguramente de una forma distinta a la que plantea el Gobierno. Es imposible negar que él ha trabajado y la obra social se nota. Tal vez tiene fallas, sí, pero se evidencia una obra sostenida. La gente ha votado por eso”. El académico también plantea otra arista: “Es verdad que el Alcalde ha pedido silencio en algunos temas polémicos, pero los ejemplos de sus silencios son cosas de niño comparados con los que hemos visto estos siete años de presidencia de Correa. Además, es posible que se haya hecho carne el tema del guayaquileñismo, esa idea que se repite sobre su gente que busca libertad, independencia y cosas por fuera del Gobierno central”.

Los tres analistas coinciden en que los resultados de los últimos comicios evidencian la falta de cuadros sólidos dentro del movimiento de Gobierno. “Si Correa no compite dentro de Alianza PAIS, no hay quién lo haga y gane como él. No es un partido hegemónico sino unipersonal. ¿Qué pasará cuando él no esté?”.

Los votantes más fieles de Nebot son, sin duda, quienes han sido testigos de la evolución de la ciudad. El Alcalde va ahora a su cuarto round, con la advertencia de que no buscará llegar a Carondelet. Hay que ver si es capaz de bajarse del cuadrilátero. 


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